A la puta pata de palo

¿Sigues sentándote en el balcón del prostíbulo donde trabajas a tocar violín? De verdad que extraño el pueblo y sus casitas de adobe, esas viejas adivinas por la plaza ofreciéndonos el futuro, pero tú ya sabias el mío y yo percibía el tuyo. Sigue paseando por la plaza por favor, pueda que cuando vuelva quiero pasar por ahí y cumplir la ilusión de encontrarte, y bueno te digo esto porque no pienso pasar más por el prostíbulo, ni por ese ni por cualquier otro. No te sorprendas, aunque te cueste creerlo, créelo, hace dos años que no voy a uno, hace dos años que no le pago a una puta para que me brinde sus servicios.

Amiga, mi vida ha cambiado completamente, y es tal y como tú supusiste, con la única diferencia, como ya te dije, que ya no voy a ningún local para pagar por mujeres ¿O es que acaso cuando decías que mi gusto por las rameras aumentaría era una broma dentro de tus predicciones? Yo también decía cosas de tu futuro, y aunque ambos estamos seguros de que lo que yo pensaba que podría ser ahora no es tanto como yo decía, pero sí al menos en algo… y claro! me enteré que te has vuelto la más cara de todas a pesar de tu pierna derecha; yo tampoco me explico porque nunca me acosté contigo si me jurabas y re jurabas que no me cobrarías ni una sola moneda, salvo un poquito de mi cariño.

Si supieras los dolores de corazón que he tenido por dar mi cariño, debí haberme enamorado de ti, pero ya es tarde. Por hoy, y creo que hasta que muera me dedico a pintar cuadros a escondidas. Una noche desperté sudando, había soñado contigo, soñé con aquella única vez que te vi desnuda y que me susurraste al oído: “Sé que no quieres tocarme pero te muestro lo que soy, lo que tengo, porque en el fondo eres un demonio hermoso, y este es un honor”; si! soñé hasta con esas palabras exactas, recuerdo esa pierna falsa de madera atascada a la carne de tu muslo tambaleando exótica y torpemente bajo todo tu cuerpo. Dulce, te extraño, y sé que tú me extrañas a mí, espero poderte encontrar en la plaza y poder pintarte.

Sigue tocando el violín por favor. Hoy es mi turno de preparar las velas para la misa de mañana por la mañana. Haré una oración por ti, no lo dudes. Te ruego no contestes esta carta. Saluda a doña Meche de mi parte, oraré también por ella.

Sinceramente, Alfonso