Una luna por la tarde

Latiendo sobre la luna, revoloteabas. Solo algunos segundos (o quizá algunos mundos) me regalaste tu sonrisa inconsciente. No he dejado de mirarte incluso antes de mirarte por primera vez. Yo sé, yo sé… yo no enterré mis manos en la tierra para cultivarte. Yo no tengo nombre en tus galaxias. Soy un extraño en tu hemisferio. Cuanto me encantaría regalarte algo más que una estrella.

Latiendo sobre la luna, revoloteabas. Viajando sobre las nubes sobre las que yo me puedo caer. Y un globo aerostático pareciera que necesito para llegar a tus manos. Un cohete de papel para alcanzarte y sepas por lo menos mi nombre. Yo sé de dónde vienes, no sé a dónde vas. Me encantaría ayudarte a llegar… ahí afuera, a ese mundo del que todos tenemos que probar tarde o temprano, para, por si hace falta, poderte guiar.

Si algún día pronuncias mi nombre no me odies. Yo no te arrebataré nada, aunque ya te has llevado parte de mi corazón.

Ponte ese vestido de princesa para irte a buscar. A donde yo vaya te traeré conmigo… a ti y a la tierra de tus orígenes. Esa tierra donde hundí mis manos algunas vez allá… en esos otros mundos.