11/6/09 | By: Sr Brutal

Cuando ya no estábamos sentados en la banquita.

Has de estar cuarenta veces al día en peligro de muerte para que tu espíritu no se ablande como la cera. Es preciso que al borde del naufragio, al borde del sumidero, definitivo, te salves, también, otras cuarenta veces definitivas.

Antenor.



Tu risa, tus dientes, tus encías, tus pómulos, tu cabello, tus partes castañas y tus partes teñidas. Tu vestido de plata, tu falda de flores, tu blusa verde olivo, tu ropa interior y tus zapatillas. Tu pashmina atada al pie de tu cama, a tu cuello, a tus cejas impresionadísimas, a parietal y frontal, a tus ansias de salir a la calle a gritar. Tu tristeza, tu soledad, tu mudez, tu risa otra vez. Tu parte cohibida, tu oculta obscenidad, tu díscola ternura, tus pocos amigos, tus parientes. Tus días. Tu cuarto de hora en mi cuarto de vida. Tus reproches, tus ratos desapercibidos, tus ojos abiertos, tus ojos cerrados, tus ojos mirándome. Tu ausencia, tu corazón en la boca, tu tardanza, tu momento preciso, tus dudas, tus cuentos, tus puntos y comas, tus cicatrices, tus incógnitas. Tu mal gusto, tu gusto fallido, tu disgusto, tu desalineada belleza, tu filosofía infantil, tus fotos viejas, tus regalos, tus historias ajenas, tu sofá, tu cama, tu pared, tu vereda, tu puerta, tu ciudad, tu planeta, tu otro planeta.


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4 cartuchos quemados:

Marie Pizzer dijo...

Tal vez siguieron visitando la banquita, pero no concordaron en el tiempo...

Sr Brutal dijo...

tu crees, pizzer? U_U

Marie Pizzer dijo...

O tal vez en la mente... Puede ser!

Sr Brutal dijo...

pucha, no sé...