18/3/09 | By: Sr Brutal

Cuestión de engranajes



Corre el tiempo sobre los quehaceres, nada se detiene. Hasta ahora ha pasado mucho, de todo y aún es poco, así podría describir lo que es un cuarto de vida por si llego a vivir ochenta años.





De verdad, que lo que más recuerdo de mi vida diaria es caminar por las calles del centro, particularmente de noche, asumo que será lo mismo que recuerde cuando tenga una esposa y unos hijos, y lo mismo que recuerde cuando ya esté anciano. No estoy agotado pero si me siento golpeado. Que puedo decir, rasguñado por el tiempo y amoratado por los sucesos y las circunstancias, aún así soy fiel creyente de que uno es responsable de su presente incluso de aquellas cosas que no puede manejar, como el cambio del semáforo, la muerte de alguien querido o el conocer a una nueva persona.

A veces el tiempo te asecha y te encuentra debajo de las escaleras ascendentes y descendentes de tus miedos mientras te muerdes las uñas; así me encuentro yo, sorprendido por los hechos. No es que haya vivido mucho, pero hasta ahora es lo justo y necesario, pero podría ser más Alberto, podría ser más.

Puede que muchas cosas sean resultado de las circunstancias, pero siempre, siempre por más inertes que nos hayamos despertado hoy tenemos la culpa de que una gota de lluvia golpee nuestro pómulo izquierdo. Tú caminaste hasta esa vereda, a esa hora, ese día, ese año, quieras o no fuiste tú quien se movió hasta esa intersección de puntos y ejes.

No voy a negar que a veces me sienta fuera de lugar, algo así como en la oficina equivocada, con los jefes equivocados y con el empleo equivocado pero así equivocado estoy seguro que es lo correcto, que todo ese papeleo aparentemente innecesario es el camino a algo preciso y conciso, exacto y oportuno. Creo que a eso le llaman destino a pesar de que no soy creyente del significado de esa palabra.

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